jueves, 6 de diciembre de 2007

Cómo empezo todo

Todo empezó un día, hace casi un año, por el mes de noviembre del 2006, cuando la Mónica Gortaire, uno de esos maravillosos seres mestizos que cuestionan el Estado nación y la identidad como algo inmóvil, en el espacio de radio que ella me invitó a compartir me dijo “¿a que no sería chévere tener una muestra de cine en Barcelona?”. Ella que conoce el medio migrante mucho más que yo, como hija de la primera presidenta de asociación de ecuatorianos en Madrid y como portadora de la frontera en su propia existencia, me contó que en España muchos de sus radioescuchas le decían que habían oído hablar de películas como “Ratas, ratones y rateros” y “Un titán en el ring” pero que nunca las habían podido ver, pues aún no se habían estrenado en los cines de España. Un poco después pude confirmar aquello cuando la señora Carmen, una fiel radioescucha, con la sinceridad del caso, se quejaba diciendo que la cinematografía del Ecuador no llega a España diciendo algo así: “a los cines aquí no llegan, a Ecuador no podemos ir y los DVD´s esos no se piratean aquí. ¿Cómo vamos entonces a ver nuestras películas?”. Con estas precariedades y vacíos, nace un poco este proyecto. Así, desde la ausencia, nos planteamos la idea de cómo mostrar esa diversidad que es el Ecuador a través de una cámara, que aunque bastante más pequeña comparada a la de otros países con gran producción cinematográfica, es finalmente una representación fundamental para comprender la identitaria personal y la complejidad social de la nacionalidad contemporánea en un mundo globalizado.La Mónica, que como buena figura mediática conocía a la creme de la creme de la migración, llegó un día diciendo: “me presentaron a la nueva Cónsul que es super guay. Te la quiero presentar para lo del cine”. Concertamos una cita, en la casa de esta señora de apellido Porras, conociendo por primera vez los barrios pijos (véase aniñados) de la ciudad condal (véase Barcelona). Allí, en la zona alta, nos reunimos con ella y hablamos del cine. Desde ese día y en esa casa, la Maria Elena se ha convertido en el mejor ejemplo de una salonniere moderna, que vive para la cultura y utiliza los espacios privados haciéndolos públicos para que los desterrados del arte nos reunamos en una suerte de nave nodriza. Su visión de la Historia con H mayúscula y su capacidad para contar historias con h minúscula han sido fundamentales no sólo para la muestra sino para la actividad cultural del Ecuador en Barcelona. Con el tiempo, el epíteto de Cónsul, ha desaparecido, porque no sólo que resultó que en el trabajo cotidiano estas jerarquías no pueden sobrevivir, sino que además aquí la migración, incluso la de los más altos rangos oficiales, difícilmente resulta ser la creme de la creme de nada.Luego la Mónica se fue a Madrid, como presintiendo todo lo que íbamos a tener que pasar y trabajar, pero nos dejó a la María Elena y a mí juntos, trabajando en este proyecto, que no sólo se ha convertido desde hace rato en algo personal, sino, aprovechando nuestra cercanía con el lenguaje burocrático-consular, en un pasaporte para empezar a reinventar a Barcelona con nuestra cultura ecuatoriana.Ese objetivo inicial de mostrar películas ecuatorianas a ecuatorianos ha cambiado completamente. Después de algunas discusiones, hemos asumido que debe haber un cruce de perspectivas que permita el debate intercultural entre los unos, que habitan tradicionalmente este territorio y los otros, que hemos venido a circular por este espacio por diferentes motivos. Decidimos, siguiendo las ideas psicodélicas de Bauman, que íbamos a plantear la cinematografía pensando en nuestras realidades nacionales y personales como identidades líquidas, que fluyen, que destruyen la idea de que existe una esencia de lo que es “ser ecuatoriano”, “ser catalán” o “ser migrante”, y que hablan de una construcción continua que partiendo de la elección personal siempre se inscribe dentro del discurso social. Aquellos que migramos sentimos con más fuerza esta identidad líquida que hace que nos movamos entre el ceviche y el fideuá, entre el pasillo y la sardana y entre el “no sea malito” y el “pero qué dices nen”. Quienes habitan este territorio con nacionalidad incorporada desde el nacimiento también sienten los cambios que trae la migración, pero en menor medida. Sea como sea, negando la lógica aristotélica que dice que una cosa no puede ser la otra, los otros y los unos debemos reconfigurarnos constantemente y reciclar nuestros roles sociales.El cine que es una yuxtaposición de perspectivas nos permite plantear la liquidez de manera ejemplificadora. Las películas ecuatorianas tanto en producción como en alma transitan diversos espacios temporales que confrontan a las personas con la diversidad de su identidad. Y ahora que los migrantes también hacen cine, uno de formato peculiar, quitándole de este modo al imaginario estado-nación el monopolio de autoría y jugando constantemente con las divisiones políticas y simbólicas del canon del arte, el tema de la hibridez cinematográfica alcanza niveles insospechados. Sin embargo, tampoco hemos querido caer en especulaciones filosóficas que se alejen de la realidad. Algunos sucesos han demostrado la dificultad de España y Cataluña en aceptar del todo a este gran conglomerado de ecuatorianos que habitamos el territorio aquí y ahora. Esto nos ha motivado a mostrar al arte como interlocutor social y destructor de prejuicios que los medios de comunicación, con enfoques amarillistas se encargan de alimentar diariamente en la Península. En un espacio donde la integración se impone a la convivencia, a menudo se nos recuerda que el monstruo de Machala, los temibles Latin Kings –ahora legalizados con el nombre de Reyes y Reinas de Cataluña en este territorio aunque aún criminalizados en el resto de España -, los trabajadores que se duermen en estacionamientos y mueren por bombas de ETA y recientemente la menor agredida en el tren son role models de la ecuatorianeidad. Siguiendo a De Lauretis, solamente a través de la imagen podemos cambiar la imagen. En un intercambio de perspectivas, como mínimo debe haber la posibilidad de eso, un intercambio, en donde los sujetos ecuatorianos puedan dar su voz sin intermediaciones couyunturales. El Ecuador no es un país que exporta gente. Es un país, con una cultura rica, diversa y compleja que, como todo territorio humano, ha obligado al cambio de territorio a sus habitantes. Creemos que ha habido demasiada pureza en el proceso de mostrar la imagen “del ecuatoriano”. Hemos querido que esta Muestra sea un espacio impuro, mestizo y subjetivo que desafíe desde la sutileza de la narración de imágenes esa visión única y oficial.Por esto, en este proceso de mostrar lo que somos y lo que queremos ser, tanto a unos como a otros, hemos reconocido que, como migrantes, nuestra producción cultural responde a un proceso histórico importante que debe posicionarse y otorgar un carácter social y político a la cuestión. Las películas de la Muestra son miradas personales que responden a una estética particular proveniente del otro lado del charco. El material cinematográfico que hemos seleccionado no habla de lo que “es ser ecuatoriano”, porque como planteamos antes, el esencialismo no sobrevive al poder de la cultura. Lo que si hacen las películas, documentales y cortos seleccionados hablan desde la diversidad que coexiste en un territorio y constituye al Ecuador. Esta nueva mirada permitirá imaginar y recrear al otro, pero esta vez con mayor conocimiento de causa y, a su vez, reforzará la idea de que la convivencia pacífica entre culturas es proporcional al conocimiento y respeto de unos y otros que coexisten en un territorio.Finalmente es importante mencionar que en un país como el Ecuador donde hacer cine ha sido hasta hace poco casi una proeza, resulta básico difundir y apoyar el trabajo de diferentes directores. El Consulado ha cumplido con su labor de facilitar el intercambio cultural a cabalidad. Ese apoyo sin embargo no tiene cómo requisito único que los autores seleccionados sean ecuatorianos pues su material artístico desde cualquier punto de vista es de calidad y se aprecia independientemente de su nacionalidad.Con la película más clara, nunca mejor dicho, ahora creemos saber lo que queremos decir y proponemos este blog como espacio que nos permite tres cosas: desahogar nuestras angustias, compartir nuestra visión en la gestión cultural en una región famosa por ser una zona de tránsito artístico y hablar sobre el cine como obra estética y medio de encuentro para mostrar e indagar cómo es uno, cómo es otro y cómo es unotro. En este proceso otra gente chévere ha pasado por la casa de la salonniere dándonos apoyo y consejo. La Mona Gaviria, que todo el tiempo nos recordaba que éramos muy “serranos”, que las películas debían sostenerse por sí solas y no por cualquier análisis ulterior y que gracias a su blog ha publicitado el evento y contactado con gente importante. El querido Ramiro Noriega, ex profesor de Literatura y amigo de las estancias migratorias en París de la María Elena, y su maravillosa pareja, la Mayfe, nos dieron consejos valiosísimos. Con ambos sentimos complicidades infinitas pero también distancias ideológicas, necesarias para la construcción del arte. El Alfredo León, que en una tarde nos dio un par de sugerencias interesantes. El Rodrigo Padilla, que aunque se fue sin despedirse y no hizo mucho, apoyó moralmente. El Xavier Izquierdo, que nos dio el nombre de la muestra y que ahora está también ayudando con la exhibición en una de las ciudades con su amplio conocimiento sobre el cine. La Mariela Pérez, quien apareció hace poco y con su sapiencia en sistemas permite que este blog funcione bien. La gente en Ecuador, sobre todo CEROLATITUD, que sin pisar Barcelona ha sido nuestra contraparte que nos ha permitido obtener parte del material y apreciar más el esfuerzo que realizan por promover la producción cinematográfica. Y en general, todos las que abriéndonos las puertas, cerrándonoslas en la cara o dejándonosla a medias nos han ayudado a llegar a este punto de estrés previo a que empiece la muestra.El estrés ahora aumenta porque ya nos llega el momento de mostrarnos, de performar el imaginario de un país imaginario en 9 días. Lo que nos motiva y evita que nos dé un sulmenage es la idea misma del cine: la pantalla y todos los que estamos detrás de ella pensando, sintiendo y soñando cada uno por su lado pero juntos al mismo tiempo. Si todo sale bien la señora Carmen ya no podrá decir que el cine ecuatoriano no llega a España y nuestro pasaporte comenzará a coleccionar sellos de interculturalidad en sus pequeñas y coloridas páginas. Si todo sale mal, por lo menos no nos quedará un mal sabor de boca por la omisión de no haber hecho el intento.Diego “El Negro” FalconíEn la foto (de la izquierda), en el buque escuela Guayas, el día en que atracó en Barcelona, salimos varios de los implicados. Aquella noche, en territorio ecuatoriano pero en aguas catalanas, bailamos sintiendo la exquisita liquidez de nuestras identidades y la irremediable necesidad de restarle “pureza” a nuestra ya querida Barcelona.

martes, 6 de noviembre de 2007

BREVE RECORRIDO POR UN CINE EN CONSTRUCCIÓN

A pesar de sus tempranos inicios en la época silente, el cine en el Ecuador ha sido una actividad tremendamente discontinua, caracterizada por la histórica ausencia de mecanismos de fomento, lo cual se ha visto compensado por la irrefrenable voluntad y esfuerzo de algunas individualidades. Sin embargo, si revisamos la historia del cine ecuatoriano, una de las cinematografías latinoamericanas menos conocidas, pero no por eso inexistente, nos encontraremos con algunos puntos altos y una que otra sorpresa.

Mientras el salesiano Carlos Crespi recorre la selva ecuatoriana filmando los primeros documentales etnográficos (entre los que se destaca “Los invencibles Shuaras del alto amazonas”), un joven guayaquileño llamado Augusto San Miguel funda la “Ecuador Film Co.” Empresa a través de la cual, produce, dirige y protagoniza las primeras películas de ficción realizadas en el país: “El tesoro de Atahualpa” (1924), “Se necesita una guagua” (1925) y “Un abismo y dos almas” (1926). Sus películas, que recrean temas identitarios con un especial interés por la problemática indígena, se exhiben con éxito en las principales ciudades. Luego de este intenso comienzo, el advenimiento del cine sonoro detiene a la incipiente industria, y se produce un “vacío” de más de veinte años. Recién en 1950 se estrena la primera película sonora, “Se conocieron en Guayaquil” de Paco Villar, y durante las próximas décadas, aparte de la producción televisiva, algunas co-producciones de corte comercial con México en los sesenta, y el trabajo en el país del cineasta boliviano Jorge Sanjines en los setenta, hay poco que destacar.

Sin embargo, a finales de los setenta se crea ASOCINE (Asociación de Cineastas Ecuatorianos), que comenzará a luchar, infructuosamente, por una ley de cine, y poco tiempo después, la Cinemateca Nacional. Ambos entes impulsarán el posterior desarrollo del cine en el Ecuador.

No es hasta los años ochenta en que se puede volver a hablar de un cine ecuatoriano. En la primera mitad de la década, un documental de corte social, “Los hieleros del Chimborazo”, de Gustavo Guayasamín, cosecha varios premios internacionales. Al mismo tiempo, dos largometrajes de ficción, “Mi Tía Nora” de Jorge Prelorán y “Dos para el camino” de Jaime Cuesta, se centran en temas urbanos. Aunque estas películas no alcanzan el éxito comercial, se puede decir que preparan al público para un cine “hecho en casa”.

Es en la segunda mitad de los ochenta que el Ecuador produce lo que podríamos llamar un “autor cinematográfico”. Se trata de Camilo Luzuriaga, que, proveniente del campo de la fotografía, comienza a realizar varios cortometrajes documentales y de ficción, producción que culminará con el largometraje “La Tigra” (1989), adaptación de la obra homónima de José de la Cuadra, uno de los precursores del realismo mágico en la literatura hispanoamericana. La película se convierte en la más taquillera del año y da a conocer a Luzuriaga en el panorama cinematográfico regional. Desde este momento, Luzuriaga luchará por desarrollar su obra, y prepara la ambiciosa adaptación cinematográfica de otra obra novela, escrita por Jorge Enrique Adoum y de corte experimental, “Entre Marx y una mujer desnuda”, que se estrenará en 1996.

Mientras tanto, en la década del noventa, una nueva generación de directores, muchos de ellos formados en el extranjero, irrumpe en la escena con iniciativas como “Ecuador en corto”, una especie de “cooperativa” con la cual los cineastas se ayudan mutuamente en la filmación de sus cortometrajes.

De esta generación, destaca Sebastián Cordero, hermano menor de Juan Esteban y Viviana, que ya en 1990 habían estrenado un largometraje. Con su estilo actual y desenfadado “Ratas, ratones y rateros” (1999) se convierte en un fenómeno cultural en Ecuador y logra un gran reconocimiento a nivel internacional.

Pero “Ratas”, a pesar de ser un éxito de taquilla, por la pequeñez del mercado local, no alcanza a recuperar costos. Esta situación paradójica de alguna manera ilustra la dificultad de hacer cine en el Ecuador.

El cambio de milenio trajo consigo el advenimiento de la tecnología digital. Gracias en parte a esto, las cifras del cine ecuatoriano se han multiplicado: del promedio de una película cada tres años mantenido desde los ochenta, a partir del 2000 se producen un promedio de tres películas anuales, sin contar el crecimiento en la producción de cortometrajes y documentales.

Así, en los últimos años, hemos visto películas como “Sueños en la mitad del mundo” de Carlos Naranjo, “Fuera de juego”, de Víctor Arregui, “Un titán en el ring” de Viviana Cordero y “Mientras llega el día” de Camilo Luzuriaga. Así como las más recientes, “Qué tan lejos”, de Tania Hermida, “Esas no son penas” de Daniel Andrade y Anahi Honeisen, “Cuando me toque a mí” de Víctor Arregui, y por último “Crónicas, de Sebastián Cordero, ambiciosa co-producción con México recientemente estrenada en España, que lo consolida como el más internacional de nuestros directores.

Esta última producción se caracteriza por la variedad de temáticas (ya no se tratan sólo los tópicos urbano-marginales, sino también, entre otros, temas de época y de la clase media), la centralización de la producción en Quito, y el alto porcentaje de cineastas mujeres (a directoras como V. Cordero y T. Hermida se une la documentalista Yanara Guayasamín, con algunos largometrajes a su nombre), y de co-producciones con otros países, principalmente europeos.

También es importante mencionar que en este momento el Ecuador cuenta con dos festivales de cine en constante crecimiento: "Encuentros del otro cine" (EDOC), festival internacional de documentales, que va por su sexta edición y "Cero Latitud", festival de cine iberoamericano, que va por su quinta. Estos incentivan a la producción local a través de talleres y concursos.

Postdata
Pero sin duda lo que más ocupa a los cineastas ecuatorianos en este momento es la reciente creación del Consejo Nacional de Cine. Aprobado políticamente el año pasado (luego de años de lucha) y recientemente viabilizado a través de la asignación de recursos por parte del estado, el CNC ha abierto hace pocas semanas, su primera convocatoria pública para la ayuda a proyectos cinematográficos en las diferentes fases de desarrollo. Así mismo, ha permitido que el Ecuador se incorpore a Ibermedia, importante organismo de co-producción con España, del cual habíamos estado ausentes por muchos años.

Y hablando de España, es importante mencionar el inesperado éxito de la pélícula "Qué tan lejos" en la cartelera española. Pero este fenómeno será anlizado en una posterior entrega.

Javier Izquierdo

domingo, 21 de octubre de 2007

Bienvenidos!!! ...CINECUANON

Hola a todos,Te damos la bienvenida.. a este blog donde podrás opinar todo a cerca de lo que ha pasado y está pasando en el cine Ecuatoriano.

Invitamos todos los apasionados del arte cinematrográfico y a los que encuentran en este arte una manera de acercarse a sus raíces; buscando en las historias, dramas e imagenes recuerdos y sentimientos guardados en la memoria....

Está dedicado a todos los artistas ecuatorianos y la comunidad ecuatoriana en Barcelona.....

Ma. Elena Porras, El Dieguito, Javier y Marie